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PIONEROS DE LA AVIACIÓN PATAGÓNICA

"Historia de un pionero de la aviación patagónica", nota publicada en el diario "La Capital" de la ciudad de Mar del Plata, el domingo 15 de junio de 1997, firmada por el periodista Julián Figliuolo

"Los recuerdos de Vito Palazzo"

Muchos son los recuerdos que aparecen en la asombrosa memoria de uno de los pioneros de la aviación patagónica, quien fue integrante de la Compañía Aeroposta Argentina, en la cual se desempeñó Antoine de Saint Exupéry, gran propulsor de los vuelos comerciales en el país.
Su nombre es Vito Palazzo, un singular personaje de 87 años que en su galería de recuerdos mantiene un tesoro valiosísimo: la experiencia y el honor de haber asentado en el sur argentino, junto a su hermano Próspero, las bases de la aviación en las primeras décadas del siglo XX.
Vito acepta hoy rememorar esas viejas aventuras, en diálogo con "La Capital", en su hogar marplatense.
Con máquinas precarias sobrevolaba la Patagonia y soportaba los frecuentes vientos huracanados, que más de un accidente causaron a estos valientes hombres armados sólo con su intrépido coraje.
Su relación con los aviones comenzó a muy temprana edad, al seguir los pasos de su hermano Próspero, quien fue la primera víctima de la aviación patagónica cuando desapareció trágicamente el 23 de junio de 1936, al estrellarse su avión en la costa sureña. Próspero se recibió de piloto militar en 1925, año en que el entusiasmo por la aviación crecía a pasos agigantados en Vito.
Sus primeras experiencias las realizó en su Tucumán natal, al alistarse como alumno en el curso del Aero Club de la capital provincial, sin dejar su oficio de relojero. Aprobó los exámenes y se dirigió a Bahía Blanca, a sumarse a la Aeroposta Argentina, donde figuraba el glorioso nombre de Saint Exupéry, escritor de importantes obras, entre ellas "El Principito" y "Vuelo Nocturno". Luego, y a pedido de su hermano, partió como instructor a Comodoro Rivadavia. "Fui con él porque en la Patagonia había mucho campo de acción, las distancias eran enormes y sólo existía un camino por aquel entonces, que unía a Bahía Blanca con el sur", contó Vito.
En el momento de la muerte de Próspero, él estaba en Bahía Blanca, y en vuelo hacia Comodoro divisó la nave carbonizada, hallada después de tres intensivos días de búsqueda.
Sus ojos claros se hundieron en una profunda angustia, cristalizados por el recuerdo de la pérdida de uno de los seres más significativos en su vida.
Se desvinculó de la empresa en que ambos trabajaban por negarle un avión para trasladar a su hermano a Tucumán, motivo por el cual tardó 15 interminables días. Una semana después volvió a Comodoro Rivadavia a continuar con su vocación.
Mucha gente lo esperaba en el sur y tenía que empezar de cero. "Una compañía inglesa nos cedió el galpón que mantenían ellos abandonado, y construyeron el hangar. Gracias a eso nos independizamos de la Aeroposta", relató a este diario el veterano aviador, que recibía como único ingreso lo que le dejaba la compostura de relojes.
Se pasó cinco años solo, instruyendo a futuros pilotos en una máquina inglesa. "A los diez meses ya estaban listos para rendir examen los primeros, y se mató uno de ellos (en 1937), un rumano campeón olímpico de salto en largo, especialñista en petroleo. Pienso que se desvaneció en el aire", recalcó.
Tuvieron que hacer colectas para conseguir otro avión. Lograron comprar uno más viejo, usado, que les permitió continuar y llevar adelante ese amor por el aire.
Tiempo después recibió la ayuda de la Dirección de Aeronáutica Civil, que les cedió un prototipo nacional fabricado en Córdoba, pero con motor norteamericano.
"El prototipo AS 3 sufrió accidentes en todo el país, por esa razón el nuestro estaba condenado y lo retiraron antes de que ocurriera algo", recordó.

Los accidentes

Palazzo tuvo al destino de su lado en momentos en que su aeronave se venía a pique. "De los cinco accidentes, el más grave fue cuando me quedé sin nafta en San Antonio Oeste (provincia de Río Negro) y no llegué a la pista, distante a 8 kilómetros y visible desde nuestra posición. Caímos con mi copiloto y mecánico a un llano con arbustos. El avión quedó totalmente destruido y nosotros, por milagro, ilesos.
Otro de los accidentes fue en Comodoro Rivadavia, mientras manejaba con uno de sus alumnos y un cambio en la presión produjo la caída. "Quedamos bañados en combustible, por suerte no explotó", evocó el arriesgado instructor.

Avión ambulancia

Ya en 1938, Palazzo consiguió un avión ambulancia para Comodoro Rivadavia, al crearse Sanidad Aérea. El emprendedor piloto trasladaba enfermos y medicamentos gratuitamente en máquinas dotadas de un elemental equipo de cirugía menor. "Eran momentos muy difíciles - agregó - , porque los vientos de más de cien kilómetros hacían peligrar la vida de todos, pero la responsabilidad era mayor y nos mantenía bien despiertos".

Sin embargo, manifestó que esos momentos fueron de los más satisfactorios desde que inició su carrera de piloto civil, ya que "salvar una vida reconforta de una manera inigualable".
Vito es muy tímido, no le gusta decir que fue intendente -ad honorem- de la Gobernación militar de Comodoro Rivadavia, ni que la gente del lugar lo reconoce por todo lo brindó a la comunidad. Tampoco quiso contar que un barrio de esa ciudad lleva el nombre de su hermano. Sólo su esposa Lili lo menciona, y él, reservado, asintió con la cabeza.   
                         
                                                                   
En el año 1954 decidió "jubilarse" de la aviación, aunque nunca recibió un peso por todos los alumnos que enseñó en época en que el gobierno pretendía tener hombres preparados por cualquier eventualidad.
Se radicó otra vez en Tucumán, y de ahí fue a Mendoza ayudado por una modesta suma de dinero obtenida de la lotería. Años después eligió el mar para vivir, con sus recuerdos intactos, como si todo hubiera ocurrido ayer.

Vito Palazzo junto a su esposa

Julián Figliuolo

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Julián Figliuolo



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