De
apenas 19 años de edad, Alejandro Arze
parte hacia el oeste, en 1874 dejando atrás las
comodidades y seguridades que le brindara su familia en
Necochea.
Llega al río Neuquén circa 1879, cuando aún la norpatagonia está
bajo dominio de indígenas ya en pie de guerra debido a la escasez de
las raciones.
Multiplica ganado propio y arrea cimarrón hasta su arribo a territorio
neuquino, de donde se están desalojando a las tribus. Inicia un
continuo intercambio con centros comerciales de Chile, proveyendo el
necesario ganado en pie cuyo suministro había sido el reciente negocio
de los indios.
Proyecta distintos emprendimientos; sin embargo, la base de su fortuna
no se originó en ellos ni en la propiedad especulativa de grandes
extensiones de tierra, sino más bien en el número de cabezas de ganado
que podía arrear a Chile.
Sus descendientes varones se dispersaron, mientras las mujeres se
integraron, por matrimonio, a otras familias pioneras. El apellido Arze
se extingue inexorablemente en la región, pero su recuerdo se confunde
con la leyenda.
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