costa
que acusaban a los cordilleranos de abandonar la idea de prolongar el viejo
F.C.Central Chubut. Seguramente, detrás de todas estas polémicas, la Compañía
inglesa jugaba un papel preponderante, con su carga de intereses y su mayor
producción lanera.
Tiempo
después el Estado Nacional abandona definitivamente la idea de extender el
ferrocarril desde el Valle Inferior. En los periódicos de Esquel se justifica
esta decisión basándose en costos de fletes.
Una tonelada de cargas llegadas desde Madryn a la Cordillera (vapor,
lanchajes, carros, ferrocarril y carros) costaba 250 pesos. Una tonelada desde
Buenos Aires hasta Jacobacci, por tren y luego hasta Esquel por carros, costaba
165 pesos. (4)
Por
sucesivas leyes, el estado Nacional asignaba fondos para la construcción del
ramal. Hasta 1933 se habían invertido 3.848. 404 pesos y desde esa fecha se
terminaría la obra por un valor de 37.134.409 pesos. Sin embargo, la línea
final se desviaría por los potreros más productivos de la zona: los campos de
la Compañía inglesa. Pasaría por puestos y parajes dentro de sus límites:
Mamël Choique, Aguada Troncoso, Ñorquinco, El Maitén, Leleque, Lepá y
finalmente llegaría a la localidad de Esquel. Las zonas aledañas, con
campos privados y fiscales, de menor producción global que la Compañía,
aguardarían la instalación de caminos para conectar sus intereses con el
ferrocarril. Éste, en definitiva, satisfacía las demandas de la gran empresa
latifundista, colaborando con el
fomento a la región de manera colateral.
En 1939 el ferrocarril llegaba a El Maitén, localidad que se transformaría en centro ferroviario de la zona, con sus galpones y talleres para locomotoras y recepción y distribución de cargas. En 1943, llegaba a Lepá y esta nueva punta de rieles, más cercana a Esquel, concentraría esas cargas, acortando los viajes desde y hasta Esquel. Finalmente, y con gran júbilo, Esquel recibió al tren el 25 de mayo de 1945. El servicio de pasajeros demoraría cinco años más. Había terminado la II Guerra Mundial.
Sin embargo, en algún momento apareció la ”presión del gran
capital”. Ese “imperio invisible” que cita Sepiurka en “Sueños de
Cordillera” no es otro que la
Compañía Argentina de Tierras del Sud. El propio B. Willis, cita el autor, dice en su “Historia de la Comisión
de Estudios Hidrológicos”, de 1943, que el mismo Administrador General del FC
del Sud, advertía que no convenía a los planes
de aquél que los ferrocarriles nacionales se construyeran para competir con sus
futuros intereses en la Patagonia. Y Ramos Mexía, en sus memorias póstumas, comenta no
sin amargura, que el principal objetivo de sus proyectos de ferrocarriles en los
Territorios Nacionales no estaban puestos en el servicio y la producción sino
en los repartos de tierras y la colonización. Pero la traza final por regiones áridas,
aptas para la extensión de la riqueza lanar no daría lugar a poblaciones. Y
agrega, refiriéndose a
los proyectos destinados a argentinizar y poblar los valles andinos con
grandes sacrificios de la Nación: “.... y no habría sido yo tan
entusiasta si me hubiese sido permitido imaginar que habrían sido dejados en
medio de los desiertos durante un cuarto de siglo para llevar a los puertos
algunos kilogramos de lana y cueros de oveja.” (5)
¿ Qué factores influyeron decididamente en la traza
final por los campos de la “Compañía” ? Obviamente, su poder económico e
influencias importantes y de gran peso en una época de
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