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   Guillermo Lambert

INTRODUCCION

“Creo excusado hacer presente que todos los empleados de esta Subprefectura a mi cargo han cumplido con su deber, prestando todos los auxilios que los sentimientos de humanidad o las obligaciones del empleo exigen en casos de esta naturaleza”  
 Cándido  F. Chaneton
       
    
Jefe Subprefectura Puerto Deseado 


El año 1887 se inscribe en un período que fue testigo del nacimiento de la Argentina moderna, un país con importantes recursos naturales  que comenzaba a exportar y que veinte años mas tarde se erigía como el más adelantado de América Latina.

Eran momentos de grandes emprendimientos, como el inicio de la construcción del Puerto de Buenos Aires, obra concesionada a la firma Madero e Hijos. En Puerto Deseado, con menos  de diez casas distribuidas sobre la margen norte y sur de la ría, las familias de colonos  que habían arribado en 1884 luchaban  contra los pumas, la nieve y el viento para sacar adelante  la cría de ovinos que era su sustento; junto a ellos desde 1881 se encontraba el personal de la Subprefectura, que más allá de cumplir su función esencial de seguridad  a la navegación, constituía la única autoridad, asumiendo los roles más diversos.

          Así en Enero de aquel año se celebró el primer casamiento, acto que tuvo lugar en la sede de la Sub Prefectura, siendo los contrayentes el cazador de la Dependencia José Paiz y la señora Eufrasia Arias. Oficio el acto en ausencia del Jefe, el Encargado de la Subprefectura Everardo Labrador

Puerto Deseado, desde que existen registros sobre su existencia, se ha visto ligado al mar, los buques y a los hombres y familias que por voluntad propia o por algún designio del destino tuvieron que recalar en sus costas.

Su clima y topografía mantienen vivas muchas de aquellas historias. En el centro de la primera bahía que forma la ría Deseado, se puede ver en bajamar una roca que hasta antes del 26 de junio de 1887 se conocía como “Roca del Diablo”. Al pie de la misma yace hundido el Transporte Nacional “Magallanes”.

La tragedia que envolvió a este barco en su primera navegación oficial, tuvo muchas derivaciones significativas: Se tronchaba un nuevo intento de la Nación por reducir el aislamiento de nuestro sur; resaltó la presencia e intervención del personal de la por entonces Subprefectura Puerto Deseado; generó una convivencia obligada entre habitantes de la colonia y los náufragos que los superaban en numero; colocó en situación desesperante a todas las Dependencias prefecturianas del sur, que necesitaban con urgencia los víveres y abastecimientos que les debía entregar el “Magallanes”; dejaron recuerdos imborrables en la colonia las tareas del medico Polidoro Segers y del padre salesiano José María Beauvoir; puso de relieve las acciones que emprendió la Prefectura Marítima para llevar auxilio inmediato; convirtió en  héroes a  quienes con una falúa navegaron hasta Carmen de Patagones para dar aviso de lo sucedido; obligó a Ramón Lista, a emprender una riesgosa cabalgata  hasta Santa Cruz en pleno invierno y por último tuvo una importante influencia  sobre la suerte de la colonia pastoril de Deseado.

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