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   Guillermo Lambert

El Rescate

 

        Anoticiado de los sucesos a través de los mensajeros de la falúa “Patagonia”, el Jefe de la Sub-Prefectura del Carmen de Patagones telegrafía las novedades al Prefecto Marítimo Don Carlos Mansilla23: “En este momento recibo parte del práctico de servicio Boca  Río Negro, haber entrado una lancha procedente de Puerto Deseado, dando cuenta de haber naufragado en dicho puerto el vapor Magallanes”. Mansilla informa las novedades al Ministro del Interior Eduardo Wilde del que dependía, y también da parte al Ministro de Guerra y Marina General Racedo, de quien dependía la Armada Nacional, cuya flota integraba el transporte Magallanes.  
        Mansilla, sabia que el reciente desastre ponía en peligro no sólo a los náufragos, sino también a todas las Dependencias del sur, que esperaban los víveres y el equipo que el Magallanes ya no les llevaría.

                                                                                   Carlos Mansilla

En nuestros días, un atraso de este tipo se puede interpretar como una demora en recibir una partida de dinero para comprar los víveres, existiendo diversas instancias para subsanar el  problema. Por entonces la cosa adquiría ribetes de tragedia. Veamos que cuenta por aquellos tiempos, Roberto J. Payró en su Libro la Australia Argentina: En 1890 y en 1891 el personal de la Subprefectura de Buen Suceso24 pasó cuatro meses, sin racionamiento. En 1890 se murió allí de hambre el marinero Mac Gregor, en 1891 la mujer del herrero... Ese mismo año se enfermaron gravemente por falta de alimento, tres marineros, dos de los cuales fallecieron a bordo del transporte Ushuaia, que los conducía a Buenos Aires. Se pensó que era fiebre tifoidea, pero habían muerto de hambre.

        Conocedor de lo que la situación merituaba, eligió el mejor buque que había en el puerto, el Mercurio y lo contrato manu militari25. A pesar del domingo intermedio logró dotarlo en tres días de aprovisionamientos y abrigos para todas las Dependencias sureñas, sin excluir a los náufragos. “Hoy Julio 21, -comunicaba Mansilla al Ministro Wilde- a la 1 p.m. zarpó del Riachuelo el vapor Mercurio para llevar a los náufragos del Magallanes ropas y víveres... y reposición para las Subprefecturas”. A cargo de  esta misión, Mansilla nombra  en representación de la Prefectura a J. Luis Berguerand.

        La Armada Nacional, por orden del General Racedo, envía dos buques, la cañonera26 Uruguay y el transporte Azopardo27, que llegan al lugar del siniestro aproximadamente el día 24, dos días antes que el Mercurio.

        Los buques de la Armada prestaron los auxilios indispensables. El capitán Rafael Blanco de la Uruguay comenzó a instruir el sumario correspondiente, habida cuenta que el buque siniestrado era de la Armada. Se juzgo inútil toda operación de salvamento de la carga y partieron el día 30 en conserva rumbo a Buenos Aires trayendo de regreso a toda la tripulación del Magallanes y en carácter de detenidos al Piloto Maristany y a los maquinistas.

        El Mercurio  embarcó a  los pasajeros y autoridades de Prefectura y provinciales y zarpó con destino al sur. El 1ro de Agosto entraba en Río Gallegos, sin haber  podido hacer escala en Santa Cruz. Enseguida  antes del amanecer del día siguiente partió  hacia Cabo Vírgenes para dar la contraorden a cualquier propósito del Elise, en caso de que no llegara el chasque de Gallegos. Luego enderezó a  Punta Arenas para evitar la partida inútil de cualquier  auxilio. Finalmente se dirigió a Ushuaia y a San Juan de Salvamento - Islas de los Estados 

        En Río Gallegos debió soslayar un conflicto gremial con la promesa de volver en 15 días ya que la tropa  y la delegación de minas tenían orden del General Winter de volver a Buenos Aires en el Magallanes y llevaban tres meses sin racionamiento.

Aquí el informe del comisionado Berguerand  al Prefecto Marítimo:

A bordo del vapor nacional Mercurio
            

                                Puerto Deseado, julio 29 de 1887
 

“Al señor prefecto marítimo don Carlos A. Mansilla.

        Cumplo el deber de dar cuenta a V.S. de las novedades ocurridas desde mi salida de Buenos Aires, con este buque, hasta la fecha.

        Al salir del puerto de Riachuelo a la 1 y 30 p.m. del día 21, nos vimos en la necesidad de fondear en el canal de la Boca, a causa de la cerrazón que sobrevino. A las 2 p.m. levamos nuevamente anclas navegando a ¼ de fuerza, con todas las precauciones del caso hasta el viernes 22 a las 12 del día, en que el capitán mandó dar toda fuerza de maquinas por haberse despejado la neblina.

        Mi recomendación constante al capitán del vapor, fue de apurar la marcha en cuanto fuese posible para llegar pronto a este puerto.

        Como yo lo preveía, el capitán del Mercurio, don Leonardo Cerisola, el día sábado a las 11 y 30 a.m. y estando a la vista de la barra de Patagones, pretendió entrar a ese puerto, a cuyo efecto mando izar señales pidiendo práctico.

        Apercibido de eso, le intimé orden de seguir rumbo directo a Puerto Deseado y trato de oponerse, pero tuvo que ceder al fin aunque protestando; como VS.. podrá verlo en el acta respectiva que levanto y me pidió que firmase, a lo que accedí pidiéndole copia de la que remito V.S. autorizada.28

        Siguiendo el viaje directo a este puerto, llegamos frente a la  entrada en la madrugada del 26, pero una fuerte niebla que aguantamos a ¼ de fuerza, esperando se despejase el tiempo.

        A las 11 y 30 a.m. pedí al capitán Cerisola, se sirviera hacer disparar un cañonazo para que se tuviera aviso en tierra de nuestra presencia.

        Tan pronto disparamos el cañonazo se despejo la niebla y pudimos ver la entrada de este puerto en el que fondeamos a la 1 y 15 p.m. sin otra novedad.

        Inmediatamente de fondear, se presentó a bordo el señor Sub - Prefecto de este puerto, acompañado de su colega el de la Tierra del Fuego, a quienes hice saber el objeto de nuestra venida.

        Pedí al señor Sub - Prefecto Chaneton, se sirviera activar la descarga de los bultos que traíamos destinados aquí y me prometió hacerlo en cuanto fuese posible.

        Hay que hacer notar que la fuerza extraordinaria de la corriente en este punto, dificulta sumamente las operaciones  de carga y descarga de los buques.

        Hoy estamos listos, y si la niebla se despeja, zarparemos con rumbo directo a la Isla de los Estados, según datos que reputo fidelignos, se hace sentir mucho más que aquí la necesidad de víveres. Los demás puertos de escala los haremos al regreso.

        Debo hace presente a V.S. que el señor comandante de la cañonera Uruguay, capitán de navío don Rafael Blanco, me hizo preguntar con uno de sus oficiales, si tendría inconveniente en facilitarle unas quince toneladas de carbón para el transporte Azopardo a fin de que pueda llegar directamente hasta Buenos Aires.

        Hice contestar al coronel Blanco que no tenia ningún inconveniente en ello, tanto mas que había recibido orden de  V.S., con recomendación especial, de atender en lo posible cualquier pedido que me hicieran los buques de la armada.

        Mas tarde tuve el honor de hablar con el señor capitán de navío Blanco, y después de saludarle a nombre de V.S., le pregunté si necesitaba víveres o ropas para la gente que llevaba, siéndome agradecido el ofrecimiento y contestando que sólo aquellas quince toneladas de carbón se necesitaban.

        Adjunto a V.S. el recibo que expidió el segundo comandante del Azopardo, por las quince toneladas de carbón que se le entregaron

        De los náufragos del transporte Magallanes han seguido viaje por tierra hasta Santa Cruz, el señor gobernador del territorio don Ramón Lista con cinco personas más, y va a ir además por tierra, el señor Augusto Segovia, Comisario de la colonia Santa Cruz y un asistente.

        Tengo encargo de hacer presente a V.S. la gratitud de los náufragos todos, para el Exmo. Gobierno y especialmente para con V.S. y el señor oficial mayor29, por los prontos y eficaces auxilios que se sirvieron mandar.

      El señor sub-prefecto de este puerto don Cándido F. Chaneton, con una actividad y buena voluntad que le honran, dispensó a los náufragos todos los auxilios y cuidados que le fue posible, con los elementos de que dispone en su repartición. Al ayudante de este puerto don Everardo Labrador cabe una parte de la gloria y ambos fueron objeto ayer de una demostración de gratitud por parte de los náufragos que se embarcaron con nosotros.

        Igual demostración se hizo al señor teniente de navío don Carlos Méndez, teniente de fragata don Gregorio Aguerriberry, sub-teniente Acosta y demás Oficialidad del Magallanes por su digno comportamiento durante el naufragio; y todas las señoras que se encuentran aquí a bordo estan contestes en decir que deben su salvación a la prudencia, serenidad y buen tino del comandante Méndez y sus oficiales.

        Aquí hemos recibido a los náufragos de la mejor manera posible.

        Saludo a V.S. con toda consideración. – J. Luis Berguerand.-

 

        En Agosto, el Prefecto Marítimo se dirigió al Ministro del Interior haciéndole ver la conveniencia que habría en que se enviaran a Puerto Deseado todos los elementos necesarios para proceder al salvataje de la carga del transporte”Magallanes” cuyo valor asciende según cálculos del Gobernador de Tierra del Fuego a 80.000 nacionales y que según Mansilla seria de 160 mil nacionales. En caso de que esta propuesta cuente con la aprobación del Ministerio, el Prefecto pondrá a disposición de la expedición, buzos y elementos de salvataje.30

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