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Gravimétrica 29 - Y.P.F.
Puerto San Julián 1960
Relato testimonial - 3ª Parte Antonio: un chilote auténtico, nacido en la isla de Chiloe, Chile. Grandote, de rasgos aindiados, poco comunicativo, con experiencia en su trabajo, excelente persona. Era mirero, había trabajado con Fernández. Tenía una maña: los días de mucho frío, prendía fuego las matas a su alrededor, la reverberación molestaba para medir pero, quedarse quieto con esas temperaturas y un topógrafo lento, era dificil. Esos días costaba clavar el trípode del teodolito, la tierra también se congelaba y compactaba. Un día se me cayó el lápiz y al intentar levantarlo los dedos no me respondieron, congelados. En la carpa, la calefacción era un calentador que quedaba prendido de noche con la precausión de dejar abierta la ventanita de ventilación. Varias veces se apagó, me despertaba con la respiración congelada sobre mi cara. Tenía esa enorme carpa para mi solo. El equipo utilizaba calefacción corporal, se amontonaban en la otra carpa, por propia decisión. Lo que relato a continuación, ocurrió, tiene un poco de efecto literario, pero así fue Una masa helada presionaba mi cara... Volviendo a Antonio. La anécdota del cocinero fue la siguiente: el desayuno era
prácticamente el primer almuerzo, sopa y algo de puchero de capón.
Habíamos comenzado con su primera sopa. Unas cucharadas calentaron el
estómago, de golpe tuve la sensación que se me movían los dientes, no
podía ser, me pasó por la mente la idea del escorbuto, intenté
moverlos, estaban firmes, miré a Fernández y él también había
notado algo extraño. Algo tenía la sopa. Nos pusimos a revisar,
comenzaron a aparecer en la olla, una, dos...todas las nueces moscadas
enteras de un paquete, las había puesto. Por suerte no hubo
consecuencias, la única, fue positiva: aprendió a hacer buenas sopas. |