Lo realicé en enero de 1945, con diez años
de edad.
Desde el año anterior Argentina se encontraba en estado de guerra con las potencias del Eje.
Viajaba en un buque petrolero, el "San Jorge", en esos años uno de los más modernos de la flota de Y.P.F.
Lo hacía solo, recomendado al cuidado de una familia.
El tiempo me iba ha poner en una situación dramática con éste mismo buque, que casi por milagro no terminó en gran tragedia (será motivo de
otro relato).
Zarpó del Dock Central del puerto de la ciudad de La Plata, destino: Comodoro Rivadavia en la provincia de Chubut, para cargar
petroleo.
Se sueltan las amarras, los saludos a la familia que queda en el muelle. Quince años después, en idénticas circunstancias, en el mismo lugar,
saludaba a mi futura esposa.
El Río de la Plata ya lo había cruzado antes, a los cinco, ahora era el mar, en un viaje que duraba tres días.
Las comodidades para los pasajeros eran muy limitadas, dos camarotes uno en cada banda, a babor las mujeres y a estribor
los hombres, habían decidido ubicarme entre las señoras, pero luego de la primera noche, y vaya uno a saber porque,
fuí trasladado a estribor con los señores.
Como estábamos en guerra, la navegación nocturna se hacía en sigilosa, las luces exteriores apagadas y las interiores que no pudieran ser
divisadas por algún submarino enemigo, cosa que se suponía muy poco probable, esto se notaba en los zafarranchos de abandono, donde
había que ponerse el chaleco salvavidas y correr a los botes.
Llegaba yo antes que los que tenían que arriarlos.
Unas cuantas horas después de haber divisado la isla de Los Lobos, anclamos frente a Km. 3. Entre este lugar y la ciudad de Comodoro Rivadavia está el
cerro Chenque. Los buques no atracan a muelle debido a la gran diferencia entre la marea alta y la baja.
Las maniobras de embarque y desembarque son curiosas, han metido miedo y descompaginado el estómago a muchos. Aunque ya en esta época habían
mejorado, les recomiendo leer "Embarque con mar de fondo" en Memorias de un carrero patagónico, de Asencio Abeijón.
Un remolcador arrimaba al buque un lanchón descubierto, de borda muy alta, luego en una caja donde creo que entraban unas seis
personas, mediante un guinche bajaban a pasajeros y pertenencias al lanchón. Completada la carga, al muelle.
Emilio, el tío que espera, y mis primeros pasos en tierra firme.
La "aventura fantástica", que es como la recuerdo, comenzaba.
HASTA PRONTO
Abajo: foto tomada por el autor,
Y.P.F. Km3, en 1957. Se distinguen (en la parte superior) más a la derecha,
el muelle de Comodoro Rivadavia y a la izquierda el de Km.3.
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