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Las comunicaciones en cabo Vírgenes
y punta
Dungeness
por Humberto
Brumatti
HISTORIA
Situados sobre la boca oriental del estrecho de
Magallanes, y
separados entre sí por escasos 9 kms., cabo Vírgenes y punta
Dungeness fueron mudos testigos de la dura pero romántica época
de la navegación a vela, cuando las lejanas y temidas aguas australes
americanas, eran paso obligado de los barcos que unían
los puertos del Atlántico con los ubicados sobre el Pacífico, atrayendo
también a exploradores, colonizadores y aventureros.
Los primeros pobladores llegaron hace alrededor de 13.000 años, y
fueron los antepasados de los indios tehuelches, habitantes del lugar
cuando arribaron los blancos. Salvo algunos frustrados intentos españoles
de poblar la Patagonia en la época colonial, el inmenso territorio
permaneció bajo dominio de los aborígenes hasta el siglo XIX.
Hernando de Magallanes, navegante portugués al servicio de España, tratando
de encontrar un paso al océano Pacífico, el 21 de octubre de 1520
realiza el descubrimiento europeo del cabo que denomina "de
las Once Mil Vírgenes", y el 1º de noviembre finaliza el
reconocimiento del estrecho que llama "de Todos los Santos"
(más tarde rebautizado con su nombre), tomando ambos topónimos del
santoral del día.
Otras expediciones siguieron la estela de las naves de Magallanes, y
durante siglos, las costas son espaciadamente visitadas por
navegantes que cruzan el estrecho o recorren la región, como
tambien, reciben a las víctimas de los naufragios ocurridos en
aquellas tormentosas aguas.
Con
el doble fin de fortificar y colonizar las costas del estrecho de
Magallanes para impedir el paso de los enemigos de España, el
almirante y explorador español Pedro Sarmiento de Gamboa propone al
rey Felipe II fundar dos poblaciones, lo cual es aprobado
por el soberano, quién dispone todo lo necesario para llevar a cabo
el proyecto. El 25 de setiembre de 1581 parte de Sevilla una gran
flota de 23 navíos conducida por Diego Flores Valdés, que transporta unas
3.000 personas; donde están incluídos los militares de la futura
guarnición de los fuertes y 350 pobladores dirigidos por Sarmiento de
Gamboa, a quién el rey había nombrado "Gobernador del estrecho
de la Madre de Dios, Capitán General del mismo y Gobernador de lo que
poblare".
Diversos
y graves problemas ocurridos durante la navegación, disminuyeron barcos,
personal y sobre todo provisiones, creando una situación angustiosa
al desembarcar en las inmediaciones de cabo Vírgenes y punta
Dungeness recién a principios de 1584, acentuada por la desolación y
falta de recursos del lugar, donde el 11 de febrero funda
la ciudad Nombre de Jesús. Aún es motivo de
investigación la ubicación exacta que tuvo, pero existe
mayor coincidencia por parte de los estudiosos del tema, que habría estado a
unos 3000 metros al oeste de cabo Vírgenes.
Al empeorar las condiciones de vida de los habitantes, Sarmiento de
Gamboa busca un sitio más apropiado para
establecerse, y, cree encontrarlo en las cercanías de la actual
Punta Arenas, donde funda Rey Don Felipe el 25 de marzo. Complicando
los sucesos, una gran tormenta lo sorprende y arrastra con el único
barco disponible a gran distancia en el Atlántico, y los difíciles
acontecimientos posteriores que sufre, le impedirán
definitivamente regresar para socorrer a
su gente. Al volverse insostenible la situación en Nombre de Jesús, se
dispuso abandonarlo tan solo 5 meses después de su fundación,
trasladándose todos a la nueva población, donde aislados
del mundo y faltos de auxilios murieron de frío y hambre.
El 17 de diciembre de 1766 el marino inglés Samuel Wallis nombra
Dungeness a la punta baja situada al sur de cabo Vírgenes, por su
similitud con el cabo del mismo nombre existente sobre la costa británica
en el paso de Calais.
En 1843 el gobierno chileno fundó Fuerte Bulnes sobre la ribera
norte del estrecho de Magallanes. Destruído por un incendio en 1848, al
año siguiente es reubicado a 60 kms. más al norte con el nombre
de Punta Arenas, que paulativamente adquiere importancia
comercial como puerto de escala en los viajes interocéanicos. Esta
fundación, y consecuente expansión de su zona de influencia formará
parte de una larga serie de conflictos de límites entre
Argentina y Chile, los cuales comenzaron a tener solución con el
tratado firmado el 23 de julio de 1881, que estableció a la
cordillera de los Andes de norte a sur hasta el paralelo 52º de
latitud, como el límite entre ambos paìses. En el norte del
estrecho de Magallanes, se fijó por una línea que,
partiendo de punta Dungeness, tocaba los montes Dinero y Aymond hasta
llegar a la intersección del meridiano de 70º con el paralelo 52º,
de aquí seguía al oeste la línea de este paralelo hasta la
divisoria de aguas (divortium aquearum) de los Andes. En consecuencia,
el gobierno argentino reconoció la soberanía chilena sobre el
estrecho de Magallanes, el chileno los derechos argentinos sobre la
Patagonia, quedando cabo Vírgenes bajo soberanía argentina y punta
Dungeness en territorio chileno.
CABO VÍRGENES:
A principios de 1885 se difundió rápidamente la noticia del
descubrimiento de oro en la zona, provocando la llegada de
buscadores y empresarios deseosos de explotar el rico metal, quienes
formaron un incipiente y precario poblado.
Por la importancia asignada en su momento al lugar por estos
sucesos, para ejercer la autoridad y control correspondiente, se nombró
un Delegado de Minas, creándose también Comisaría de Policía
y Ayudantía Marítima de Prefectura, todos con su
correspondiente personal.
Además, por decreto del 4 de marzo de 1886, el presidente Julio A.
Roca nombró Administrador de Correos ad honorem en "Cabo Vírgenes",
al Comisario de Policía del lugar, función que desempeñaba Cornelio
Villagrán, de nacionalidad uruguaya y 22 años de edad.
A pesar de la búsqueda efectuada, no logramos encontrar otra
referencia sobre esta dependencia postal. De funcionar, su
existencia debió ser efímera.
La trascendencia
que tuvo la noticia del descubrimiento de oro, con la posibilidad de realizar
excelentes negocios, entre ellos establecer buenas
comunicaciones, impulsaron en 1887 a Bonino y Cía. de Buenos
Aires, para proponer al Ministro del Interior la construcción
de una línea telegráfica de 1.500 kms., prolongándola
desde General Conesa (Río Negro) a Río Gallegos, al costo de 200
pesos por kilómetro. Luego de analizarse el ofrecimiento, que indicó
la alternativa de hacerlo por administración propia o
realizar un llamado a licitación pùblica para obtener la oferta económica
más conveniente, el ministro Eduardo Wilde, dispuso se aguardara
hasta tanto el Congreso de la Nación votara fondos para la construcción
de líneas telégraficas. A esta iniciativa, siguió en 1891 la
perteneciente al gobernador Mario Cornero de Tierra del Fuego,
para la prolongación desde General Conesa a Ushuaia, y dos años
después Julio Popper y Francisco Ayerza, presentaron un elaborado
proyecto para una traza similar. En todos los casos, los trámites
terminaron archivados por falta de dinero para realizarlos.
El Gobernador de Santa Cruz, Carlos María Moyano, envió en 1888 al
teniente de fragata Teófilo de Loqui a mensurar la zona poblada de
cabo Vírgenes y trazar el futuro pueblo, pero la actividad minera había
decrecido porque no existía la cantidad de oro que se había
pensando, y las ganancias no compensaban los gastos. De Loqui registra
en su plano las escasas viviendas existentes, figurando la Policía
como única autoridad gubernamental. Además, con fecha 1º. de agosto
de 1888 informa:
"Las pocas casas de comercio establecidas están liquidando sus
existencias, por haber disminuído considerablemente el número de
lavaderos; poco interés demostraron estos pobladores en solicitar
solares, ya que puede preverse el día que todos se retirarán."
Sin embargo, por décadas perdurará la presencia de algunos humildes
lavadores de oro, quienes solo obtendrán lo necesario para
sobrevivir, lejos de las grandes ganancias que fueron soñadas cuando
se descubrieron pepitas del metal precioso.
El gobernador Ramón Lista comunica al Ministro del Interior, que Santa Cruz
tiene en 1891 una superficie de 17.000 leguas y 800 habitantes,
siendo sus principales centros poblados: Río Gallegos (la capital)
con 70 habitantes, mientras Puerto Santa Cruz tenía 35 y Cabo Vírgenes
30. Observamos que no fueron contados los aborígenes.
El
presidente Roca viajó al estrecho de Magallanes a principios de 1899,
para encontrarse el 19 de febrero con su colega chileno Federico Errázuriz
Echaurren en aguas pròximas a Punta Arenas, para tratar de
resolver las cuestiones de límites pendientes que estaban provocando
una crisis en las relaciones binacionales. También visitó algunos
puertos del sur argentino, donde supo captar los problemas
australes y trató de brindarles rápidas y adecuadas soluciones,
entre ellos concretar aceleradamente el viejo proyecto de extender
el telégrafo nacional hasta cabo Vírgenes.
Las obras para construirlo arrancaron desde General Conesa, y
luego de bordear la costa atlántica llegaron a destino, con una
extensión de 2.125 kilómetros, constituyendo una verdadera epopeya
para la época. Conductor de tamaño esfuerzo fue el inspector técnico
José Olivera, quién previó los más mínimos detalles, trasladando
desde Buenos Aires por barco: hombres, víveres,
materiales, carros, animales de transporte, forrajes, etc., a lugares
donde hasta el agua faltaba.
Olivera y su personal se alojaban en carpas y debían desarrollar las
duras tareas, muchas veces en forma penosa, bajo el inclemente clima
patagónico. Fue necesario abrir caminos para tender la línea telegráfica;
levantar casillas para que funcionaran las oficinas y se alojaran los
empleados; construir pozos de agua, etc.
En
solo tres años, el tendido de la línea llegó en
diciembre de 1902 a Río Gallegos, donde ya existía un
hilo telefónico con Punta Arenas, permitiendo
iniciar el intercambio de telegramas, que para Chile fue de gran
importancia, pués solo utilizando la red argentina, tenía
comunicación telegráfica entre Santiago y su ciudad más austral.
Al
mes siguiente Olivera está en cabo Vírgenes, donde los señores
Waldron y Fenton donaron un terreno de 50 por 50 metros, distante 110
metros de la costa, para construir la oficina de Correos y Telégrafos
"Cabo de las Vírgenes" (posteriormente "Cabo Vírgenes"),
la cual quedó instalada el 15 de enero de 1903, e inaugurada al
día siguiente con el intercambio gratuito de telegramas desde
cualquier parte del país y la nueva dependencia durante dos días, siendo
habilitada oficialmente al servicio público el día 18. Con esa misma
fecha, la Dirección General de Correos y Telégrafos se dirigió por
nota a la Unión Postal Universal con sede en Berna, comunicándole
haber inaugurado la oficina telegráfica más austral del continente
americano y del mundo. Dependió administrativamente de Buenos
Aires hasta setiembre de 1903, cuando pasó a la jurisdicción del
recién creado Distrito 24º con cabecera en Río Gallegos.
Esta consistió en una casilla de madera con cinco piezas, forrada en
el exterior con zinc canaleta, pintada de color gris y el techo de
color bermellón; el interior realizado con dos forros de tablas
machimbradas,a las cuales se les aplicó dos manos de aceite y
una de barníz. Sus dimensiones eran: 10 metros de frente, por 6 y
medio de fondo. Separados se agregaron una cocina y un retrete, también
de zinc. Todo el terreno fue rodeado por un alambrado de cinco hilos.
La
oficina fue provista de todos los elementos telegráficos,
mobiliario, útiles y herramientas necesarios para su
funcionamiento, mientras el personal recibió vajilla de
cocina y una provisión de víveres secos, suficientes para estar
abastecido entre los espaciados viajes de los barcos que lo surtirían
en adelante.
La
carne fresca se obtenía de las ovejas de la zona, y el agua de
unos chorrillos situados a dos kilómetros de distancia, para cuyo fin
se les dejó varios toneles.
El primer jefe
fue Rodolfo de la Cuesta, quién poco después fue trasladado a
otra oficina, siendo reemplazado por Martín Pizarro.
La culminación de la obra fue valorada por quienes residían
hasta entonces aislados en la inmensidad patagónica, lo cual
también fue reconocido por los principales diarios de
Buenos Aires, quienes resaltaban las grandes ventajas del denominado
"Telégrafo del Atlántico", o con mayor propiedad "Telégrafo
poblador", y las facilidades proporcionadas en adelante a los
navegantes que cruzaban el estrecho de Magallanes, quienes ya no
sufrirían el aislamiento de semanas o meses en sus largos viajes
entre Europa y Oceanía, Asia, o los puertos americanos sobre el Pacífico,
y podrían en lo sucesivo, despachar y recibir correspondencia y
telegramas, acortando tiempo y distancias en sus comunicaciones
comerciales y familiares.
En la memoria final de la obra, el Director General de
Correos y Telégrafos Miguel García Fernández informa al Ministro de
Obras Públicas Emilio Civit :
"Con los escasos elementos sobrantes de la construcción ,
se ha instalado en el Cabo de las Vírgenes un refugio "para naúfragos",
destinado, como su nombre lo indica, a las víctimas de los frecuentes
naufragios que ocurren en el Estrecho de Magallanes. Al efecto, se ha
construído una casa con capacidad para sesenta personas.
"Por intermedio de la oficina internacional de Berna, se ha hecho
conocer a todas las administraciones la existencia de este refugio,
pidiéndoles que se hagan gestiones ante las empresas de navegación
interesadas, a fin que cooperen a su sostenimiento y ayuden a cubrir
los gastos que demandare.
"Ahora se hace necesario proveer al refugio de ropas, camas,
enseres de cocina, provisiones, etc., para atender las necesidades de
los marinos que a él ocurran, lo que no podrá hacer esta Dirección
General por haberse agotado los fondos votados para la construcción
de la línea y no estar previstos estos desembolsos."
Para
conocer la desolación del lugar basta decir que solo existían dos
casas más, distantes dos kilómetros, mientras el faro chileno de
punta Dungeness se encontraba a cuatro, y las estancias Zanja a
Pique y Monte Dinero a quince.
En
el plan de establecer faros para proporcionar seguridad a la
navegación marítima, a unos 5 kilómetros del Correo, la Marina
de Guerra inauguró el 15 de abril de 1904 el faro Cabo
Vírgenes,
consistente en una torre metálica construída sobre la barranca del
citado cabo (situación geográfica 52o. 21' latitud S, y 68o. 21'
longitud O), con una altura de 26,30 metros, y la misma a nivel del
mar de 69,50 metros. En las pruebas se comprobó que la luz llegaba a
más de 50 kms. Las obras dirigidas por el ingeniero Ismael Marty y el
teniente de navío Virgilio Moreno Vera, incluyeron una vivienda de
material para los torreros. En 1947 recibió mejoras en su estructura
y comodidades, permitiendo que aún continúe prestando eficientes
servicios. El primer jefe fue José Pravega
En
1905 la línea telegráfica fue extendida unos kilómetros más,
hasta el límite con Chile, empalmándola en punta Dungeness con la
procedente de Punta Arenas, dándose al servicio público la conexión
el 5 de setiembre, y al mismo tiempo fue suspendido el
intercambio de telegramas por la vía telefónica de Río
Gallegos a Punta Arenas.
Aledaña a la oficina de Correos,
el 12 de abril de 1910 la Marina puso en funcionamiento
una estación radiotelegráfica con un alcance de radio entre 500 y
700 kms., cuya construcción estuvo a cargo del inspector de
radiotelegrafía de la Armada, teniente de navío Pedro L. Padilla. El
nuevo sistema amplió las comunicaciones a lugares hasta
entonces aislados, como Tierra del Fuego, isla de los Estados, e
incluso a los barcos en navegación. Además del servicio
oficial, en junio comenzó a prestar servicio público al personal
destacado allí, a los tripulantes de los buques de la Armada y
viajeros ocasionales que descendieran a tierra y necesitaran
utilizarlo, para lo cual debían abonar la tarifa telegráfica interna
establecida por Correos y Telégrafos. Alrededor de 1930 la destruyó
un incendio, y no fue reemplazada. Posiblemente Ricardo
Perera (h.) fue el primer jefe.
La inauguración del canal de Panamá en 1914, acortando
distancias permitió el rápido y seguro paso entre los oceános Atlántico
y Pacífico, finalizando los largos viajes por el extremo sur, disminuyendo
considerablemente el movimiento marítimo interocéanico.
Las difíciles condiciones de vida y sueldos pocos atractivos,
no eran alicientes para quedarse mucho tiempo y eran
frecuentes los pedidos y autorizaciones de traslados de los
empleados, pero todos ellos tuvieron en común el anónimo y
olvidado esfuerzo de servir al país en tan lejano lugar: los jefes
atendiendo el telégrafo en jornadas interminables, mientras los
guardahilos mantenían en buenas condiciones la línea telegráfica,
incluso en los más crudos inviernos y sus grandes tormentas, cuando
debían recorrer los campos cubiertos de nieve.
Es interesante leer el testimonio de Antonio Balado, jefe de la
oficina entre 1935 y 1940, quién posiblemente permaneció más
tiempo con esas funciones:
"Como era un lugar de tránsito, había poco contacto con el
exterior. La oficina se hallaba aislada en medio del campo, por lo
cual los días del año eran todos iguales, no existiendo para
nosotros festejos patrios ni los tradicionales que nos marca el
almanaque. La tranquilidad era solo turbada por la llegada de la
mensajería que cada diez días en verano y quince en invierno nos traía
o llevaba la correspondencia.
"Si una persona observaba desde las cercanías, veía hacia
el oeste, además del faro, una hilera interminable de (postes
hechos de) palmas de la línea telegráfica que se perdía en el
horizonte. Observando hacia el este, veía la superficie del mar, que
interminable se perdía en el infinito, visión solo turbada por el
paso de algún navío que entraba o salía del estrecho.
"Por la noche, el paisaje cambiaba, pués su negrura sólo
se veía cortada por los "pantallazos" de los
faros de cabo Vírgenes y punta Dungeness que, siempre vigilantes,
rasgaban las tinieblas, indicando a los marinos la buena senda. El
silencio nocturno sólo era rasgado por el bramido de algún lobo
marino que en la costa pescaba su sustento, o por el ruido de las olas
golpeando en el pedregullo de la playa y que, en las noches de
temporal, semejaba el sonido de cañonazos en una lejana batalla. El
paso de algún navío con sus luces encendidas, rumbo a la entrada del
estrecho, también contribuía a matizar el paisaje nocturno."
Refiriéndose
a las duras condiciones de vida imperantes, cita casos de empleados
destinados en el correo y el faro, que sintieron los serios efectos
del aislamiento humano sobre sus físicos y mentes, y agrega :
"A mí no me ocurrió lo mismo, por estar acompañado de mi
familia, y además dedicaba mi tiempo a criar nuestros hijos, leía
mucho, daba vueltas por las cercanías, hacía alguna escapada hasta
el faro, siempre que el tiempo y el trabajo lo permitiera."
Otros jefes que logramos salvar del olvido son : José Acevedo en
1903; Martín Pizzarro, 1903/4; Santiago Lucero Oro, 1910; Ernesto
Luna, 1914; T. Stampanoni, 1916; José Tejadas, 1924; Isidro Ceballos,
1929; Bernardo Ramírez,1947 y Eduardo Sebas Tranutto, 1957.
Diversos
medios utilizó el Correo para transportar la correspondencia postal
de Cabo Vírgenes. Al principio se aprovecharon los transportes
de la Marina que realizaban el cabotaje entre Buenos Aires y Tierra
del Fuego. Quizás el mejor momento fue hacia 1950 cuando, con
una subvención del Correo, la empresa aérea privada Pema-Enlo de Río
Gallegos unía ambos puntos en pocos minutos.
Pero fundamentalmente el transporte fue terrestre. Por contratos o
convenios especiales, personas de Río Gallegos hacían tres viajes
redondos mensuales en verano y dos en invierno, primero usando
vehículos de tracción a sangre y luego automotores donde, además de
la correspondencia, se cargaban los víveres destinados al personal.
Uno de aquellos esforzados transportistas fue Nasif Miguel Neil, quién
en la década de 1930 ejecutaba el servicio con un automóvil
Chevrolet modelo 1925, que necesitaba dos días en el viaje de
ida y vuelta, para transitar la huella de casi 150 kilómetros de
distancia que unía ambos puntos. Al principio con carácter
ad honorem, y desde 1935 cobrando
120 pesos mensuales.
La casilla donde funcionaba la oficina se fue
deteriorando y la solicitud realizada por Balado hacia 1940 para
trasladar el viejo edificio a un lugar más reparado de los vientos
y cerca de los chorrillos de agua, encontró amplio eco, pues se
proyectó y construyó uno más espacioso de mampostería, con
planta baja para funcionamiento de la oficina, y vivienda de jefe en
el piso superior, contando con todas las comodidades, incluso
calefacción mediante la utilización de una caldera instalada en el
subsuelo; además se levantaron vivienda para el guardahilos y un
depósito. Aunque el trámite y construcción sufrieron demoras, en
1952 la flamante oficina estaba en funcionamiento en un sitio más
apropiado y cercano al faro, con un costo total de 482.000 pesos de
la época.
El 23 de noviembre de 1957 la Prefectura Naval Argentina decidió
rehabilitar su dependencia en el lugar, con la jerarquía de
Destacamento, utilizando para instalarla una casilla de madera
construída anteriormente por la Marina.
Cabo
Vírgenes tuvo durante décadas el privilegio de ser la oficina
continental argentina más austral. La gran utilidad que prestó en
sus comienzos en la desolada costa santacruceña, con el paso de los
años, el empleo masivo de los medios radiales, mejores métodos de
navegación, y la falta de la población que nunca se estableció,
le hicieron perder importancia, y sólo continuó prestando
servicios a los torreros y algún ocasional viajero, hasta ser
clausurada el 31 de marzo de 1964. El edificio sirvió poco después
para instalar una hostería, pero no prosperó por falta de
clientes. Posteriormente fue transferido a la Prefectura Naval
Argentina, donde aún funciona su destacamento local.
PUNTA DUNGENESS
Para dar seguridad de la navegación en la entrada en la boca
del estrecho de Magallanes, desde 1888 Chile tenía proyectado
levantar un faro en punta Dungeness, provincia de Magallanes, que
comenzó a construir el 10 de junio 1897 e inauguró el 20 de
febrero del año siguiente, en latitud 52º 24´S. y
longitud 68º 26 O. Los trabajos fueron dirigidos por el ingeniero
Alan Brebner y la obra consistió en una casa de concreto para el
personal y en una torre de hierro fundido para el faro de 25
metros de altura, cuya iluminación alcanzaba los 20 kms.
Posteriormente fue modernizado, aumentando la calidad y potencia de
la luz.
Siendo necesaria
la comunicación del faro con Punta Arenas, en 1898 se inició
la construcción de una línea telegráfica, tal como informó
"La Nación" del 21 de enero del año siguiente
"Excusado decir que la línea chilena se construye activamente
y probablemente llegará hasta el faro que esa república tiene a la
derecha de la entrada al estrecho", mientras el 21 de marzo
comunica "Chile continúa la línea telegráfica desde
Punta Arenas a Punta Dungeness, esperando llegar pronto a este
punto"
Por su parte "La Prensa" del 9 de noviembre de 1904
publica una noticia procedente de Santiago de Chile :
"El Mercurio" observa la conveniencia que hay en
procurarse en breve comunicación telegráfica con Magallanes,
mientras tanto se estudia la implementación de la telegrafía sin
hilos.
"Insinúa dicho diario que debe hacerse la reparación de la línea
de Punta Arenas a Punta Dungeness para empalmarla con la línea económica
de los telégrafos argentinos."
No obstante nuestros esfuerzos, no logramos conocer los nombres
del constructor de la línea telegráfica y de los primeros
empleados de la oficina telegráfica, pués los archivos e
historiadores de Punta Arenas no poseen registros precisos sobre
esta obra, que habría sido terminada hacia 1900, pero
problemas técnicos posteriores impidieron su normal
funcionamiento, siendo reemplazado con palomas mensajeras adquiridas
y adiestradas en Inglaterra para las comunicaciones entre Dungeness
y Punta Arenas.
En
la escasa información histórica que tiene Correos de
Chile, no se menciona que la oficina Punta Dungeness perteneciente
al Telégrafo del Estado, también haya realizado el servicio postal. Además
consultamos distinguidos filatelistas chilenos, quienes no conocen la
existencia de matasellos con ese nombre.
Sin
embargo, en dos fotografías obtenidas por Balado se aprecian dos
situaciones diferentes: la primera sin fechar muestra la casilla de
chapa de zinc acanalada y madera, distinguiéndose en el frente dos
letreros con las leyendas TELEGRAFO DEL ESTADO y CORREOS,
respectivamente. La foto restante fechada en 1938, solo tiene el
letrero TELÉGRAFO DEL ESTADO, dejándonos la duda si el servicio
postal funcionó antes o después de 1938. El hallazgo de documentación
postal y/o de sobres con matasellos "Punta Dungeness" permitirá
aclarar la situación.
Sobre esta oficina que distaba 500 metros del faro homónimo,
Balado nos brindó el siguiente testimonio :
"Punta Dungeness, era una oficina telegráfica solamente, que tenía
por única misión el cuidado de la línea con Punta Arenas. Poseía
un jefe, don Cárdenas y un guardahilos, don Belisario Vargas (el guatón
Vargas o don "Beli" como le decían).
"El poste final de la sección estaba sobre el límite
internacional a 150 o 200 metros de la oficina de Dungeness. Había
dos postes, el del lado argentino y el chileno, y entre ambos, los
hilos que unían las dos líneas telegráficas.
"La tranquera que existía en el límite, en aquella época
permanecía abierta, y solo la cerraban en muy pocas circunstancias.
"La relación con los chilenos, tanto de la oficina como del faro
era buena y cordial. Nos veíamos muy poco, dados los escasos medios
de comunicación, principalmente de parte de ellos, y cuando nos visitábamos,
lo hacíamos generalmente con algún ocasional vehículo que llegaba a
la oficina.
"No poseían comunicación terrestre con el resto de su
territorio, y cuando tenían que viajar debían hacerlo por la
Argentina, saliendo por Cabo Vírgenes, hasta empalmar con nuestras
rutas que las llevaban a enlazar con las de su país. ........La única
salida que tenían por aquella época era la marítima."
La
oficina telegráfica corrió un destino similar a su vecina
argentina, en fecha que no logramos precisar pero suponemos
coincidente, pués la implantación del servicio de
radiocomunicaciones, con sus indudables ventajas, hizo obsoleta e
innecesaria su presencia y utilidad.
COLOFÓN
En años
recientes la zona se ha convertido en una atracción turística con
visitantes de todo el mundo, entre ellos radioaficionados que llegan
para establecer contactos con quienes se interesan en obtener
registros de comunicaciones con lugares tan alejados como éste.
Sin
embargo prevalecen en el lugar el viento y la soledad de siempre; a
los cuales debemos agregarles las sombras y recuerdos de aquellos
hombres de Correos y Telégrafos de ambos países quienes alejados de
todo, con su valor y sacrificio cotidiano, posibilitaron que esas
regiones australes estuvieran vinculados al resto del mundo.
Aún está
pendiente para ellos el público reconocimiento que merecen recibir,
mediante un testimonio perdurable.
LOS SELLOS POSTALES
1984 - 31 de julio - Por
iniciativa del historiador y filatelista chileno Sergio López Rubio,
Correos de Chile emitió un sello postal en homenaje a Pedro Sarmiento
de Gamboa y las fundaciones hispánicas en el estrecho de Magallanes
en el siglo XVI, con valor de 100 pesos e impreso por Casa de Moneda
de Chile.
1986 - 26 de enero - Correos de
Chile puso en circulación dos sellos se-tenant ilustrados con
faros chilenos en el estrecho de Magallanes, uno de ellos Punta
Dungeness, impresos en Casa de Moneda de Chile, y valor 45 pesos cada
uno.
1997 - 31 de mayo - Correo
Argentino colocó a la venta una serie de cuatro estampillas
ilustradas con faros argentinos, entre los cuales incluyó a Cabo Vírgenes,
con valor de 75 centavos. Diseñados por Néstor Martín fueron
impresos por la Sociedad del Estado Casa de Moneda de Buenos Aires,
por el procedimiento offset, sobre papel sin filigrana y en cuatro
colores, citocromía, en la cantidad de 54.000 de cada una.
MATASELLOS POSTALES:
Se conocen tres
en Cabo Vírgenes: el primero (CV1) desde 1903 hasta ser reemplazado
por el segundo (CV2), que estuvo en uso en el período
aproximado de 1910 a 1936, siendo luego sustituído por otro con círculo
simple (CV3), hasta 1964.
MARCA POSTAL :
Según
Balado, para numerar las cartas certificadas coexistieron un
sello de bronce con la leyenda "Cabo de las Vírgenes / R. Nº...................."
grabada dentro de un rectángulo, y marbetes con el nombre de la
oficina impreso, que provistos en cantidad a principios del siglo
XX, estuvieron en uso muchos años, por el escaso número
de certificadas despachadas.
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MARDONES SANTANDER, José Luis.
Gerente General de Correos de Chile. Agradecemos su preocupación
personal por tratar de conseguirnos información
sobre la existencia de una oficina postal en punta Dungeness.
MARTINIC BEROS, Mateo. Historia
de la Región Magallánica. 2 tomos. Punta Arenas 1991.
MARTINIC BEROS, Mateo. Nombre
de Jesús, una población incierta. en Anales del
Instituto de la Patagonia. Volúmen 9. Punta Arenas, 1978.
PEZZIMENTI, Héctor Luis. Buenos
Aires. Agradecemos su generosa disponibilidad para consultar el
archivo de José Olivera, en su poder.
REGISTRO NACIONAL DE LA REPÚBLICA
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SÁENZ QUESADA, María. Pedro
Sarmiento de Gamboa, el navegante infortunado . publicado
en
Todo
es Historia Nº 166. Buenos Aires, marzo 1981.
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