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Correos y Telégrafos en los albores de Comodoro Rivadavia
Resulta singular la historia
de Comodoro Rivadavia. Levantada en un lugar donde las posibilidades
futuras eran escasas, se convirtió en la gran urbe que todos
conocemos. Como no podía ser de otra manera, el Correo acompañó
desde su fundación sus primeros pasos, y los siguió cuando la
ciudad creció desbordando las más promisorias expectativas.
En aquel lejano sur de
hace 100 años, el golfo San Jorge, abierto a todos los vientos, no
era muy atractivo para los navegantes que surcaban sus
inquietantes aguas, que trataban en lo posible de evitarlas. En una
referencia de aquella época, el gran escritor Roberto Payró,
en su viaje de 1898 a Tierra del Fuego, solamente lo menciona con
estas palabras: " Era ya de noche cuando cruzamos el
golfo, por lo común agitado y bravío......." . Solo la
desolación reinaba sobre la región.
Una incipiente colonización
comenzó a desarrollarse en el Chubut desde la llegada de los galeses
en 1865, y luego se implantó hacia 1897 en la zona de de los lagos
Munsters y Colhué Huapi, donde bajo la decidida acción de Francisco
Pietrobelli, dió origen a Colonia Sarmiento. Prosiguiendo con
sus proyectos, Pietrobelli indicó a la costa atlántica, llamada genéricamente
Rada Tilly, como el puerto más cercano y natural para sacar
la producción de la colonia, e introducir aquello que sus necesidades
requerían.
Las regiones patagónicas
recibieron un fuerte impulso con el presidente Roca, quién había
viajado en 1899 al extremo sur para reunirse con el presidente chileno
en las aguas del estrecho de Magallanes cercanas a Punta Arenas,
teniendo oportunidad de conocer las serias dificultades y el
gran aislamiento donde trabajaban los esforzados primeros pobladores
de Tierra del Fuego y Santa Cruz, necesitados de vínculos más rápidos
que los brindados hasta entonces por los lentos barcos, en
frecuencias espaciadas.
La siempre latente
conflictiva cuestión de límites con Chile, hacía imprescindible el
establecimiento de mejores comunicaciones estratégicas a lo largo de
la costa atlántica, pues las grandes distancias entorpecían las
que obligadamente debían mantener los barcos de la Marina y las
tropas destacadas en el Sur.
También existían
requerimientos de las grandes potencias navieras de la época, para
que se tendiera una línea telegráfica que bordeara el litoral atlántico,
pués debe tenerse presente que se utilizaba intensamente el Cabo de
Hornos y el Estrecho de Magallanes, únicas comunicaciones interoceánicas
existentes con el Pacífico, que demandaba una larga travesía
por mares muy tormentosos, durante la cual los navíos quedaban aislados
con el resto del mundo.
Por estos
fundamentales motivos, Roca dispuso se concretara la extensión del
telégrafo hasta Cabo Vírgenes, proyecto que venía considerándose
desde hacía años, para lo cual, en 1898 había sido comisionado el
capitán de fragata Eugenio M. Leroux, para levantar entre
Puerto Madryn y Puerto Deseado, donde fijó datos interesantes sobre
la región y las posibles trazas de la futura línea telegráfica,
pero también expresó su pensamiento negativo con palabras que viene
al caso reproducir, para apreciar mejor la "epopeya del telégrafo"
que vino luego : "Regresó poco satisfecho del éxito de
su expedición, pués considera un fracaso la idea del establecimiento
de una línea telegráfica en la costa del Atlántico, por las grandes
dificultades del terreno. La distancia resulta enorme por las bahías
y golfos; y los muchos bañados y campos deshabitados, harían casi
imposible el cuidado de una línea, que se vería continuamente
expuesta a ser arrancada por los fuertes vendavales".
Con celeridad se pasó
del proyecto a los hechos. La Dirección de Correos y Telégrafos
designó al inspector técnico José Olivera como jefe de la
construcción, y los trabajos se iniciaron desde General Conesa (Río
Negro) en 1899.
Cuando se planteó el
problema de elegir el lugar más conveniente para levantar la oficina
telegráfica de Rada Tilly, Olivera informó el 22 de enero de 1901
desde Camarones:
"En el puerto
Borja, que arbitrariamente se denomina también "Rada
Tilly", cuando queda cuatro leguas más al sur, existe un galpón
con una pequeña casa de negocio. Este puerto se halla balizado y en
él según referencias operan los vapores, no atracando ninguno en el
verdadero Rada Tilly, o sea "Punta del Marqués". Convendría
oir la opinión de la intendencia de la Armada a este respecto si se
habilitará más tarde o no Rada Tilly, o seguirá sustituyéndolo
como hasta hoy Punta Borja. En el actual puerto, a treinta cuadras, se
encuentra buena agua, pero creo conseguirla cerca del mismo".
Al comenzar la
construcción de la línea telegráfica a Cabo Vírgenes, estaban
determinados los puntos donde serían instaladas las oficinas y sus respectivos
nombres, siempre asociados a los puntos geográficos donde ello
ocurriría, y se había mandado fabricar los matasellos para cada una
de ellas, asignándole el nombre de "Puerto Tilly" a la
que correspondía levantar en la zona de la actual Comodoro Rivadavia.
En enero de 1901 son
desembarcados los materiales para el tendido de la línea telegráfica,
y tambien encontramos dos peticiones que venían a sumarse a las
gestiones que realizaba Pietrobelli, para la fundación de un
pueblo en Punta Borja por considerarlo el lugar más conveniente. En
la dirigida al Ministro de Agricultura se solicita
sea nombrada "Rada Tilly", mientras en la remitida al
Ministro del Interior, que se le imponga "Puerto
Borja".
Mientras esto se
tramitaba en Buenos Aires, el 14 de febrero fallece el Ministro
de Marina, comodoro Martín Rivadavia, y el Gobierno Nacional por
decreto del próximo día 23, dispone en el artículo 1o) :"Trazar
un pueblo en el territorio del Chubut, sobre la costa del Atlántico,
entre punta Borja y la punta Marqués, que se denominará COMODORO
RIVADAVIA".
Esto alteró el nombre
original para la oficina, y por nota No. 2163 del 1o. de marzo el
Director de Correos y Telégrafos le solicitó al Ministro del
Interior autorización para cambiarle el nombre previamente
determinado, por "Comodoro Rivadavia".
A fines de abril, las obras
dirigidas por Olivera avanzaban penosamente hacia Comodoro Rivadavia.
Ese año el otoño y el invierno se destacaron por su crudeza.
Reinaban diariamente fuertes huracanes acompañados de lluvias y
nieve, que dificultaban la acción del personal. Mientras, el
transporte naval "Guardia Nacional" continuaba
trasladando desde Buenos Aires los elementos necesarios para la prosecución
de los trabajos.
En junio adelantaron
poco por seguir el mal tiempo. Hombres y animales estaban
extenuados a causa del terreno quebrado donde trabajaban, y las
grandes nevadas ocurridas esos días, pero a fin de mes llegaron a
Comodoro Rivadavia, y el 1o. de julio se inauguró el servicio público,
tal como lo publicó "La Prensa" de Buenos Aires al día
siguiente :
"Comodoro Rivadavia, julio 1o. - En el día de hoy ha sido dada
al servicio público la estación telegráfica de este puerto; lo que
implica un progreso nacional.
"Con
este motivo se ha hecho una demostración al inspector Sr. Olivera que
con pericia y arrojo ha sabido llevar a feliz término la instalación.
Encabezan aquella los Sres. Laurentino Olascoaga, Juan N. Gentili,
P.L.J.Olascoaga, D. Menéndez, A. Llamas ...sini y Tomás Cerri."
Además
se impuso el nombre de José Olivera a una calle, que según una
noticia de 1904, era la prinicipal de la flamante población.
La primera dotación la
formaron: jefe de oficina Calixto A. Melzi, telegrafista Lorenzo Melzi
y guardahilos Joaquín García. Melzi permaneció pocos meses, pués
el 16 de noviembre también le correspondió ser el primer jefe de
Caleta Olivia.
El servicio
funcionó provisoriamente en una carpa, aguardando se fijara el
lugar donde sería situado el pueblo. Esta tarea demoró un poco en
ejecutarse. Junto con la ubicación, mensura y traza del pueblo al pie
del cerro Chenque, realizado por el ingeniero Policarpo Coronel, se
reservó la manzana No. 3 para la instalación de la oficina. En un
informe posterior, Coronel expresa que "Correos y Telégrafos
edificó en el esquinero noreste de la manzana 3, habiendo tomado
posesión de toda ella y alambrándola".
Aunque no logramos
encontrar la fecha exacta que se terminó la construcción, podríamos
considerar como tal el lunes 1o. de octubre de 1901, cuando Olivera
transfiere el edificio y enseres a Melzi. En este inventario, entre un
cúmulo de elementos, se detalla: "una casilla de madera
conteniendo 5 piezas de 4 x 4, forrada en su exterior con zinc
canaleta y pintada de color gris, y en el interior con dos manos de
aceite." Además todos los elementos telegráficos,
mobiliario, útiles y herramientas necesarios para el funcionamiento
de la flamante oficina y la atención de los sectores de líneas
telegráficas confiadas a su cuidado.
La cantidad de tanques
dejados para recoger y guardar agua potable: 2 pipas de 200 litros
cada una, y 2 estanques con una capacidad total de 5.000 litros, nos
indican que los esfuerzos para obtenerla en un profundo pozo excavado
mediante barrenos y explosivos, no habían dado resultado positivo.
Como el matasellos
"Comodoro Rivadavia" tardó en llegar, el confeccionado inicialmente
"Puerto Tilly", se utilizó los primeros meses para sellar
correspondencia y documentos.
Para tener una idea
como era Comodoro Rivadavia en 1901, basta saber que la Dirección de
Correos y Telégrafos consideraba este lugar "por el
momento aislado de población alguna, y a muchos kilómetros de un
centro de recursos para adquirir los elementos necesarios para
satisfacer las funciones de la vida de su personal", y
por lo tanto se dotó sin cargo alguno a los 3 empleados con víveres
secos para un semestre: 90 kgs. de harina, 70 kgs. de arroz, 50
kgs. de fideos, 50 kgs. de azúcar, 50 kgs. de sal, 50 kgs. de fariña,
100 kgs. de galleta, 50 kgs. de poroto, 70 kgs. de yerba y 10 kgs. de
tabaco de fumar, además de una vaca lechera con cría y 200 ovejas
ramboullet con 4 carneros para consumo.
En los meses de más
crudo invierno, de julio a setiembre, el personal de las cuadrillas
constructoras de la línea repuso fuerzas descansando, como también
los fatigados animales, reparándose carros y equipos, para luego
continuar los trabajos al Sur. Era importante la cantidad de
personal concentrado en ese momento, aunque no logramos establecer su número
con certeza. Todos eran racionados y se les proveían gratuitamente
prendas de vestir, del tipo utilizado por el Ejército. A cada
uno se le entregaban las siguientes prendas: 1 pantalón nuevo
Infantería, 1 blusa nueva Infantería, 1 par de botas patrias nuevas,
1 capote Infantería, 2 pares medias de lana, un par guantes de lana y
1 kepi Infantería. Asi mismo se les suministraban caballos para sus
desplazamientos.
En 1902 comienza
desde Comodoro Rivadavia la construcción de una línea telégrafica
en dirección a la Cordillera, hasta Sarmiento, donde se conectó con
otra proveniente de Neuquén, Bariloche y Esquel.
Por esos años, al
transporte oficial de la correspondencia estaba asegurado por
las unidades de la Marina: "Guardia Nacional",
"Chaco", "Santa Cruz", "1o. de Mayo",
destinadas al aprovisionamiento de los lejanos y solitarios puertos
patagónicos. Además se fueron agregando los barcos
pertenecientes a las empresas A.M. Delfino y Hermano, Nicolás
Mihanovich, etc., algunos de cuyos nombres más recordados son :
"Camarones", "Comodoro Rivadavia",
"Presidente Quintana", "Presidente Roca",
"Presidente Mitre". Todos los mencionados transportaban
pasajeros y las cargas más diversas.
La primera mensajería
terrestre se estableció con Sarmiento en 1904, mediante contrato con
los señores Fernández y Niebhur, muchas veces sufriendo en invierno
condiciones muy penosas, con caminos que las lluvias convertían en
pantanos.
El
Correo fue testigo privilegiado del 13 de diciembre de 1907 que cambió
para siempre el futuro y destino de Comodoro Rivadavia, pués por su
intermedio se transmitió a Buenos Aires, el telegrama donde el
ingeniero Humberto Beghin comunicaba a sus superiores, la sensacional
noticia del descubrimiento de petróleo.
Las casillas donde se
instalaron las oficinas a lo largo de la costa atlántica patagónica,
habían sido construídas para atender las necesidades de pequeñas
localidades, a veces simples parajes, pués el mismo modelo sirvió
tanto para Camarones, Pico Salamanca, Mazaredo, Cabo Blanco y Comodoro
Rivadavia, sin suponer el desarrollo que tuvo ésta en poco
tiempo. Sumamos a esto, las rigurosas condiciones climáticas, que
incluían fuertes, y a veces, devastadores vientos.
Por eso, durante años serán
noticia en Buenos Aires las críticas periodísticas al estado del
edificio, la falta de espacio para atender los clientes y
servicios, sin encontrar eco en las autoridades que debían solucionar
el problema.
Una breve, pero
descriptiva situación, la brindó el diario "La Prensa" del
14 de febrero de 1910
"Comodoro
Rivadavia, Febrero 13. - Sería deseable que la dirección de correos
tomara nota de que es urgente adoptar
algunas medidas, pués los empleados
existentes en esta repartición ya no pueden atender a los 5.600 despachos (telegráficos) mensuales y 15.000 piezas de correspondencia que reciben. "Deben, además, atender a las oficinas de Salamanca, Sarmiento, Caleta Olivia y Colonia Escalante. "Cada mes llegan 6 vapores al puerto y la población tiene que quedar esperando varias horas en el medio de la calle, esperando la correspondencia, pués adentro no hay lugar y estamos en vísperas de la llegada de mil hombres más para los trabajos del ferrocarril. Todo está a cargo de 3 empleados. "A lo menos, son necesarios dos telegrafistas más, y un edificio regular."
Un incendio ocurrido
tiempo después, destruyó el ruinoso edificio, obligando a reinstalar
la oficina en mejor lugar.
Las difíciles
condiciones de vida y trabajo de los primeros pobladores de la región,
de igual manera afectaban a los empleados de Correos, no siempre
consultados para llevarlos a esos alejados lugares.
Quienes más se exponían
a los peligros eran los guardahilos, en especial durante los crudos
inviernos, cuando debían salir al descubierto en la accidentada geografía,
recorriendo grandes distancias para arreglar las líneas telegráficas
afectadas o tiradas al suelo por las tormentas u otro tipo de
desperfectos.
Estas situaciones,
incluyendo sueldos poco atractivos, no los entusiasmaban para quedarse
mucho tiempo y solían ser frecuentes los pedidos y autorizaciones de
traslados.
EPÍLOGO
La trascendencia que tuvieron
el correo y el telégrafo en los inicios de la región no pueden ser
valoradas por las frías estadísticas. La población entera vivía
pendiente, en los afectos e intereses distantes, de las noticias que podían
llevarle o traerle estos muy útiles y valiosos medios de comunicación.
No había caminos adecuados,
aviones, teléfonos, radios, TV, ni el moderno Internet. Estos fueron
llegando a lo largo del siglo XX, sustituyéndolos en la necesaria
celeridad de ciertas comunicaciones.
Cerramos estas líneas
transcribiendo parcialmente un informe de Correos y Telégrafos
publicado en 1915:
"Cuando se construyó la
línea de Conesa a Rawson, hace 15 años, eran tales la despoblación y
la falta absoluta de todo medio de vida civilizada, que la obra tuvo que
realizarse llevándose de Buenos Aires no solo los postes y los demás
materiales necesarios para construir una línea telegráfica, sinó
también los carros en que ellos tenían que ser transportados por
tierra; las mulas necesarias para arrastrar esos vehículos; los víveres
para la alimentación del personal; las casillas para establecer
oficinas; en fin, todo, absolutamente, porque nada podía conseguirse en
una región donde ni agua había y donde fue menester hacer pozos para
obtenerla. Pero en los 15 años transcurridos desde aquella fecha, la
Patagonia se ha transformado. Puntos como Comodoro Rivadavia, cuya única
población la constituía una casa de comercio, y donde hubo que
instalar la oficina en una casilla de madera llevada expresamente desde
Buenos Aires, por que no había casas. ni siquiera chozas, son hoy
importantes centros de comercio. No pudo preveerse entonces los
intereses que iba a crear, y tendría que servir esta línea telegráfica
establecida a través del desierto y a costa de grandes sacrificios. La
obra fue inspirada en el propósito muy patriótico de ligar telegráficamente
con la capital los puertos de los territorios del Río Negro, Chubut y
Santa Cruz, con los cuales no tenía comunicación, sino cada dos o tres
meses, al regreso de los transportes de la Armada afectados a la
navegación del sud."
Esto último nos permite
comprender la visión y perseverancia de Pietrobelli para convertir su
proyecto en realidad, el desafío afrontado y vencido por Olivera, y todos
aquellos quienes pusieron su fe, destino y fortuna, en un lejano e inhóspito
paraje llamado Comodoro Rivadavia.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Archivo Histórico de Correo Argentino.
Buenos Aires.
BORGIALLI, Carlos. "El camino del telégrafo".
Recopilación "Argentina Austral", tomo II. Buenos Aires.
Diario "La Nación". Colección.
Buenos Aires.
Diario "La Prensa.Colección.
Buenos Aires.
PEZZIMENTI, Héctor Luis. Buenos Aires.
Agradecemos su generosa disponibilidad para consultar el Archivo de
José Olivera, en
su poder.
STRASSER, María Pía Lourdes.
"Comodoro Rivadavia, naciendo al desarrollo de la Patagonia".
En "Segundo Congreso de
Historia Argentina y
Regional", realizado en Comodoro Rivadavia en 1973. Tomo 3. Buenos
Aires 1974.
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