vigente influencia del capital inglés en la economía y
gobierno nacionales. Un dato interesante: el recorrido por sus campos carece de
“zona vía”, enmarcada tradicionalmente por alambrados, lo que permite
suponer un “permiso” interesado de la Compañía para que las vías cruzaran
sus campos. Asimismo, un gran movimiento existía en la estación Leleque (hoy
casco principal de la actual propietaria, la Compañía Benetton), asentada en
el área del casco principal de la gran estancia, y de movimientos de fletes
similares en estaciones cercanas, en
campos propios o aledaños a la Compañía.
LA COLONIA RECLAMABA EL FERROCARRIL Y QUEBRAR SU AISLAMIENTO REGIONAL. LA
INSTALACIÓN DEL TREN SUPONÍA UN LOGRO COLECTIVO.
Se quiebra el aislamiento pero también
el circuito cerealero regional
Sometida a un pesado aislamiento, por falta de rutas y por
el escaso desarrollo de la industria automotriz en las primeras décadas del
siglo XX, la región había llegado a autoabastecerse de numerosos productos
indispensables. Un primer relevamiento de pequeñas industrias en la región nos
permitió informarnos de la existencia de pequeñas fábricas de cerveza y
escobas, de muchas áreas dedicadas a la producción de trigo y la instalación
de pequeños pero rendidores molinos harineros con la aplicación directa en la
producción de pan y otros derivados.
Un ejemplo de ello fue el Molino Weber, de Esquel, que
contaba con una fábrica de fideos anexa. Otros molinos harineros se
desenvolvieron en El Bolsón (no conectado por el ferrocarril), Cholila y Epuyén.
Pero el más importante había sido, sin duda, el de
Trevelin, levantado por el pionero John Daniel Evans, ex baqueano de las campañas
del Coronel Fontana y productor de la zona, a cuya figura está ligada la
historia del pueblo de Trevelin, nombre galés que significa “pueblo del
molino”. La producción de trigo y el trabajo del molino, sus moliendas
rendidoras y el circuito económico que generó justificaron su nombre. También
hubo comercio con Chile, a través de la línea que la comunicaba con la
localidad de Futaleufú y el lago Yelcho, en el país vecino.
Un viejo vecino recuerda:
“Cuando empezó a trabajar el
Molino Andes me acuerdo que yo trabajé en las chacras. (...) Estaba el Molino y
después chacras afuera nomás. Así que sembraban todas esas chacras, todo era
trigales, usted veía trigales que llegaban hasta la punta de los alambrados.”
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