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   Guillermo Lambert

TESTIMONIOS:  Cabalgata a Santa Cruz

         La situación se volvía critica. En la Comisaria se estaba acabando la leña. El telégrafo nacional llegaba por entonces hasta Carmen de Patagones. La subprefectura no sabía de barco alguno que navegara por la zona.

Los víveres, aunque había mucha carne, podían durar aproximadamente un mes y medio. Del barco hundido nada se podía recuperar. Los poblados más cercanos eran por tierra Santa Cruz, a 300 kilometros y Patagones a más de 800.

En los primeros días de julio se reunieron los Jefes y adoptaron resoluciones extraordinarias.

Ramón Lista el gobernador electo de Santa Cruz había perdido en el naufragio hasta sus credenciales que lo reconocían como tal. Ordenó a la Comisaría y a la Dirección de Tierras tomar todas las providencias del caso. No respetar nada para socorrer a los náufragos y llegar hasta demoler las casillas de los colonos y utilizar la madera en caso de falta de leña comenzando a quemar los postes de ñandubay  que existen en esta Comisaría.

  Ramón Lista

Se decidió enviar una comisión por tierra en demanda de auxilio hasta Santa Cruz y de allí, si fuera necesario hasta Punta Arenas.

El mismo Lista partió con un grupo  que integraban don Augusto Segovia y Víctor Paris, a través de la meseta helada.

Aquí los comentarios del Coronel de la Guardia Nacional J. Víctor Paris sobre esa travesía: “De  40 mulas que llevabamos a bordo solamente 2 se habían salvado... con esas 2 mulas y 4 caballos que requisamos en la colonia de Deseado nos pusimos en marcha el 1 de Julio junto con el explorador Lista, un Oficial llamado Ortiz, los soldados19 y además un carguero con algunos víveres.

Valiéndonos de un pedazo de carta náutica y un sextante desde cerro Moro hasta Santa Cruz donde llegamos a los 18 días, dejando allí al Gobernador Lista. Los demás expedicionarios continuamos en dirección a Punta Arenas, donde llegamos a los 34 días de haber abandonado la Prefectura de Puerto Deseado...”

El 18 de Julio, Lista, ya en Santa Cruz, redactaba su primer informe: “El siniestro tuvo lugar en momentos en que el buque iba a fondear y débese  a ello20 y a los auxilios de la Subprefectura..., y a las acertadas medidas del Comandante y Oficiales que no tengamos que lamentar más que la pérdida de dos vidas... Del cargamento nada pudo salvarse... Hay 171 náufragos... Me trasladé a caballo por tierra a Santa Cruz para buscar transporte y víveres... No hallé buque alguno. Envié chasque a Río Gallegos  a pedir auxilios a una barca fondeada... y una nota al gobernador chileno de Magallanes.”

En efecto, en Punta Dúngeness tenía que estar descargando el patacho alemán Elise.

Con las ordenes recibidas de Lista el día 22, el Jefe de la Subprefectura Río Gallegos, Subprefecto Bonanni destacó al único empleado de que disponía, el Escribiente Supernumerario Francisco Conde, para que se trasladara a Cabo Vírgenes, pero Conde se siente repentinamente enfermo el día 23. Entonces Bonanni comisiona a 2 vecinos voluntarios, don Juan J. Jaca y al pionero santacruceño  capitán Hermann Eberhard, quien oficiara de interprete y componedor ante el capitán del Elise, J. Thomas. Este llevaba mercaderías de Popper y no acataba órdenes, sino contrato o garantías refrendadas,  trámite que insumiría varias semanas.

A pesar de los esfuerzos de Eberhard y Jaca recién en 27 de julio se lograba firmar un contrato leonino con el capitán del Elise para que se dirigiera a Deseado.

Sin perjuicio de estas tratativas, el Jefe de la Subprefectura Río Gallegos, inició contactos con el armador Nogueira de Punta Arenas para conseguir apoyo a los náufragos.
 

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