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Gravimétrica 29 - Y.P.F.

Puerto San Julián 1960

Relato testimonial - 2ª Parte

Y llegó mi primera salida de trabajo. Con Fernández y su equipo hacia la estancia que tenía como base, en este caso "Mata Grande" de los Patterson, a unos 35 km al norte de Puerto San Julián.

Estos equipos estaban formados por dos choferes, dos mireros, un cocinero, uno o dos ayudantes más y el topógrafo como jefe. Utilizaban dos vehículos; los que hacía más tiempo que trabajaban allí, acaparaban los Land Rover, los más nuevos como yo, jeeps IKA capota de lona. La gran diferencia la hacían los Rover, carrozados, contra la poco confortable capota de lona, en días muy frios viajábamos envueltos en frazadas y con la "mama Juana" circulando permanentemente.

Aparte de la ventaja de los vehículos, los antiguos tenían las personas del equipo bien probadas, y les costaba desprenderse de alguna. Como Fernández iba a trabajar a Mata Amarilla, cerca del lago Argentino, dos casados que trabajaban con él  quedaron para mi equipo. El cocinero, puesto muy importante, se lo llevaba, así que contrataron uno que decía haber trabajado en hoteles de Chile, y tendría luego su historia.

Gran ayuda fue uno de los choferes, al que llamaré Luis pues he olvidado su nombre. Creo que manejando Fernández habían volcado al bajar una barda de ripio; el carrozado los salvó de algo serio, una fea cicatriz en la frente del topógrafo, fue el recuerdo. Era muy importante el trabajo del chofer, especialmente su orientación en el campo. No se circulaba por caminos, había que llegar lo más rápido posible al lugar donde se había abandonado el trabajo el día anterior. El topógrafo iba confeccionando una hoja de ruta con detalles que ayudaran a no perderse. Y a poder regresar con rapidez antes que oscureciera; el invierno no es chiste por estos pagos, se volvía incluso con la llanta si se habían terminado las ruedas de auxilio.

Casco de la estancia "Mata Grande" (Gentileza del Sr. Martín Romano García)

La construcción marcada con el triángulo rojo, los llamados "camarotes", era donde dormían las comparsas de esquila en la época en que esta se llevaba a cabo. Por un error no me llevaron el catre, colchón y otras pertenencias, así que pasé la primer noche en este lugar. Las camas eran rústicas cuchetas dobles, con parantes y travesaños hechos de troncos, los elásticos eran gruesas tablas enteras, y el colchón, un cuero de oveja, con su olor característico. La luz de luna que entraba por las ventanas sin cortinas ni postigos suplantaba a la luz eléctrica. No había calefacción, así que dormí, o intenté hacerlo, vestido y con manta prestada.

La señal de color azul indica la cocina de los peones, que facilitaban para nuestro uso. Apenas se ve el techo. Era una construcción sencilla, una cocina a leña y un lugar con mesa y bancos para las comidas.

Con este gráfico pretendo explicar el trabajo que hacíamos. Supongo que ahora se hará desde satélites. Recuerdo que mientras trabajábamos, veíamos pasar muy seguido unos aviones que tenían pintada la trompa de rojo, se decía que eran norteamericanos que hacían el mismo trabajo que nosotros, pero desde el aire y que tenían su base en el aeropuerto de Ezeiza.

Se muestra lo que sería una sola linea de las que hacía el topógrafo, medía los desniveles de la superficie. Las lineas tenían kilómetros de largo, iban de lado a lado del rectángulo de trabajo determinado. Tenían la misma orientación, separadas por cien metros. En cada linea, también cada cien metros, se clavaba una estaca numerada, que sería la referencia para los operadores del gravímetro. Ellos medían la diferencia de gravedad en ese punto. El valor del desnivel más la diferencia de gravedad, permitían dibujar el perfil del manto rocoso subterráneo, los pliegues o bolsas en él, permitían suponer existencia de petroleo. Era en esos lugares donde se haría luego la perforación exploratoria.

Para poder distinguir desde lejos la linea en la que se estaba trabajando, entre las estacas se iban clavando alambres que en su parte superior tenían atadas unas tiras de tela blanca. Nunca pudimos saber si eran los zorros o las avestruces las que se las comían o llevaban; al día siguiente no quedaba una.

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